martes, 1 de febrero de 2011

Solo tú.

Tras largas tardes de estudio en mi azotea, al sol caliente del medio día, he podido comprobar cómo tras el paso del tiempo sigues siendo, solo tú, la que sobresale sobre los demás edificios de la ciudad. Tu inseparable amigo que gira con la acción del viento, testigo privilegiado de tu hermosura, se asoma entre las azoteas con su inconfundible silueta; golpeado por el triste sol que cae sobre el aljarafe sevillano.

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